Corazones de chocolate rellenos de naranja confitada



Se trata de una deliciosa receta que mezcla la acidez de la naranja con el dulzor envolvente del chocolate.

El 14 de febrero es el Día de San Valentín según dictan las grandes multinacionales. La insistente publicidad que nos rodea nos invita al consumo una vez más. De ello ya os hablé en mi anterior entrada “Tarta de San Valentín”.


En esta parte del planeta en la que tenemos una vida más o menos cómoda, damos por sentado que el elegir pareja es un derecho con el que nacemos  y que es igual para todos y todas. Desgraciadamente muchas mujeres no tienen ese derecho.

Quiero dedicar mi entrada a esas mujeres que no son dueñas de sus vidas, de sus decisiones y ni tan siquiera de elegir al hombre al que amar y con el que compartir su vida, sus sueños, sus ilusiones.

Lamentablemente hay muchos países en los que la mujer está sometida a constantes agresiones sexuales y violencia de todo tipo. Países en los que son hombres los que deciden por ellas y ellas no pueden hacer nada sin su consentimiento. Mujeres que sufren mutilaciones genitales o son vendidas por sus propios padres a hombres que las esclavizan y las arrastran a la muerte y en el menor de los casos a una vida muy desgraciada.

Según la revista Cronos entre los peores destinos para nacer una mujer se encuentra  Afganistán.

Es en este país donde transcurre la novela que os quiero recomendar en esta ocasión “Mil soles espléndidos” de Khaled Hosseini.

El autor describe magistralmente como es la vida de dos mujeres afganas de distinta procedencia y edad que comparten el trágico destino de haber nacido en un país en el que no es fácil ser mujer. La llegada de los talibanes al poder agrava esta situación, sus vidas como las de otras mujeres ya no valen nada. Khaled Hosseini nos lo dice así en boca de una de sus protagonistas: “Como la aguja de una brújula apunta siempre al Norte, así el dedo acusador de un hombre encuentra siempre a una mujer. Siempre. Recuérdalo, Mariam”.

Cuando se acerca el 14 de febrero no puedo dejar de pensar en las mujeres que día a día sufren en silencio su tragedia y en las que han luchado y siguen luchando por la igualdad entre hombres y mujeres, por nuestra libertad. Libertad para ser dueñas de nuestra voluntad y de decidir, entre otras muchas cosas,  a quién amar.

San Valentín tiene para mi un sabor dulce y ácido al mismo tiempo. Por eso he elegido esta receta para mi entrada. Dulce por fuera y con un punto de acidez en su interior. 


Espero que os guste. Aunque requiere su tiempo es fácil de hacer y el resultado es sorprendente.