Sandwich de miga de pan


En la entrada de hoy quiero enseñaros una sencilla receta, aunque no por ello es menos rica. Se trata de dos tipos de sándwiches de miga de pan elaborados al estilo argentino.

Mientras los preparaba he recordado momentos mágicos de un viaje inolvidable.

Por unos instantes me he trasladado a la ciudad más austral del mundo: Ushuaia, capital de la Tierra de Fuego, en plena Patagonia argentina. 

Fue allí donde tomé por primera vez uno de esos riquísimos sándwiches. 

Íbamos a recorrer la bahía de Ushuaia rumbo a la isla de Lobos, emulando parte del viaje que hace 181 años realizó Charles Darwin a bordo del Beagle.
Naturalmente el barco que aguardábamos no era un viejo “bergantín” del siglo XIX. Por el contrario, se trataba un modernísimo catamarán con todas las comodidades.


Mientras llegaba el momento de embarcar, entramos en un bar cerca del puerto para tomarnos unas “Quilmes” y ... allí estaban esperándonos los “sandwichitos de miga” ¡Qué pinta tenían! ¡Qué ricos! Los devoramos en un abrir y cerrar de ojos, un poco por el hambre y otro poco porque estábamos nerviosos e impacientes por ver de cerca a los impresionantes lobos marinos y a los cormoranes.

A pesar de la baja temperatura, fuera nos aguardaba un sol espléndido. Subimos al barco dispuestos a disfrutar cada segundo de nuestra “pequeña aventura turística”

A medida que nos alejábamos de la costa se veían cada vez más pequeñas las casitas de Ushuaia. Sus vistosos y alegres colores contrastaban con el blanco de la nieve.  Poco a poco empezamos a ver los primeros cormoranes apiñados unos junto a otros. Son como pingüinos enanos. Había cientos de ellos y parecían estar muy acostumbrados a nuestra presencia.

Seguimos avanzando hasta llegar al Faro Les Eclaireurs, una torre roja, blanca y roja en medio de un islote. La gente suele confundirlo con otro faro que está en la Isla de los Estados y que inspiró a Julio Verne para su novela “El faro del fin del mundo”

Pero lo más impresionante de nuestro paseo estaba por llegar: La isla de Lobos. Con los motores del barco en silencio, nos fuimos acercando poco a poco para poder observar de cerca la grandiosidad de estas criaturas.  

A este momento mágico me refería al comienzo. En medio de la inmensidad del mar, esa enorme sensación de paz y tranquilidad solo perturbada por el tenue silbido del viento, el rumor del mar y los constantes sonidos que emiten los lobos marinos


Me habría pasado horas y horas contemplándolos. Parecidos a la focas,  pero mucho más grandes, muy torpes al desplazarse entre las rocas y veloces y ágiles cuando se zambullen en el agua. Y alrededor la inmensidad del mar y un poquito más allá La Antártida.

De vuelta de mis recuerdos os dejo la receta que os prometí al principio de la entrada. ¡Buen provecho!

Por cierto, la música que acompaña el vídeo pertenece a un cantante argentino que os recomiendo escuchéis: Chaqueño Palavecino 



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PASTEL DE BERENJENAS


El plato de hoy es un sabrosísimo pastel de berenjenas. 
Está inspirado en un plato típico mallorquín que se conoce con el nombre de tumbet o tombet. Es muy sencillo de preparar. Lo podéis comprobar en el vídeo que hay al final de la entrada. 

Mallorca es uno de esos sitios maravillosos a los que una debe viajar al menos una vez en la vida. Por diversos y extraños motivos, es todavía uno de mis viajes pendientes, uno de esos viajes cien veces programado y cien veces pospuesto. 

Conocida por los turistas de hoy en día por sus fantásticas playas, por el clima y por el ambiente de fiesta perpetua, es también un lugar rebosante de historia y naturaleza. Gran cantidad de personajes han pasado alguna temporada de su vida allí. Pintores, escritores, músicos,...

Uno de los grandes personajes que dejó allí su huella, a pesar de su corta estancia fué Federico Chopin . Por eso, para esta ocasión he elegido su nocturno en si bemol menor como música de fondo para el video de la receta.

Hablar de esta preciosa isla es hablar del genial músico y disfrutar de su obra.

En el invierno de 1838, acompañado de su amante George Sand, Chopin viajó a Mallorca por motivos de salud y recomendaciones médicas. Una vez allí se instalaron en la Cartuja de Valldemossa donde el pianista pasó la época más prolífica de su carrera artística.

Nada más llegar a tierras mallorquinas, quedaron prendados de la belleza del paisaje.  No obstante, la dureza del clima  en invierno y las condiciones en las que vivían les obligó  a abandonar la isla antes de lo que habían previsto.

Durante el largo invierno, además de la enfermedad de Chopin tuvieron que luchar con el rechazo de los isleños. Así nos lo cuenta George Sand en “Un invierno en Mallorca”, título de un cuaderno de viaje autobiográfico en el que relata las vivencias de su viaje y de su estancia en la isla.

Además de leer las vicisitudes de la pareja de amantes en Valldemossa, os recomiendo ver la película que lleva el mismo título que el cuaderno de viaje. En ella se retrata esta difícil etapa de sus vidas.

Foto tomada de http://www.dondeviajar.net
Viajar a Mallorca, perderme en sus calles, bañarme en sus playas de aguas cristalinas, recorrer la sierra de la Tramuntana, pasear por las cuevas del Drach escuchando la música del genial compositor, y probar un tumbet en una terraza frente al mar son algunas de las cosas que me gustaría hacer en este viaje pendiente.

De momento me voy a conformar con saborear este estupendo pastel vegetariano con aires de Mallorca.

 

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